El doctor Bello Rosa, un hombre ejemplar

Ironías de la vida. El ex procurador general de la República Virgilio Bello Rosa, fallecido recientemente a los 85 años de edad, quien ganó fama por su conducta incorruptible, su don de gente y por asumir la defensa de los jóvenes que caían en prisión, con expedientes de terrorismo, fabricados durante el régimen de los 12 años de Joaquín Balaguer, renunció a su cargo inconforme por la falta de voluntad política para el combate de la corrupción, durante el gobierno de Hipólito Mejía.

En su carta de renuncia al presidente Mejía, Bello Rosa criticaba la decisión del entonces Fiscal del Distrito Máximo Aristy Caraballo, de poner en libertad a los acusados de corrupción del gobierno de Leonel Fernández: Diandino Peña, Haivanjo Ng Cortiña y Simón Lizardo.

Presidente Mejía firmó sobre la espalda del merenguero Toño Rosario, decreto para sustituir a Virgilio Bello Rosa.

También rechazó la “solución” que se le dio al escándalo de las “Pepe Cards”, mediante el cual el entonces jefe de la Avanzada Presidencial de Hipólito Mejía, coronel Pedro Julio Goico Guerrero, era acusado de timar al banco Baninter con más de 40 millones de pesos, haciendo un uso abusivo de una tarjeta que le había otorgado al presidente Mejía, el presidente del BANINTER Ramón Báez Figueroa.

El caso Pepe Goico llenó las páginas de los periódicos, las emisoras y canales de televisión, por la forma descarada con que fue manejado el instrumento financiero por parte del oficial, en evidente abuso de confianza, en perjuicio de la institución.

Se destacó entre otras acciones el uso de la tarjeta para comprar yates, un helicóptero colibrí y un avión que era supuestamente utilizado para transportar al personal del Cuerpo de Ayudantes Militares (CAM), del presidente Mejía.

Pero unos extraños vuelos realizados por el aparato a la zona de Fort Lauderdale en Florida, que investigó la DEA, obligaron a que el mismo fuera sacado de servicios por el presidente Mejía, aunque la hemorragia de escándalos provocados por el oficial no se detuvo ahí.

Se comprobó que con la citada tarjeta también fueron adquiridos varios relojes marca Rolex President que Goico utilizaba para traficar con influencias, halagando a personalidades, yipetas e incluso ropa interior sugerente que se distribuían entre el círculo de damas conocidas como megadivas, así como bebidas y francachelas en las que participaba.

Sin embargo, por presiones del alto mando político y el temor a tanta información negativa en torno al Baninter, provocaron que el presidente de la entidad depositara una carta ante los tribunales dejando sin efecto la acción judicial contra Pepe Goico, quien guardaba prisión en la cárcel para oficiales del Ministerio de las Fuerzas Armadas.

De esa forma sale el polémico oficial del escenario público, no del círculo íntimo del presidente Mejía, donde se movía como pez en el agua.

No obstante, las Pepe Cards eran apenas actos de delincuencia menuda que involucraban al coronel Goico Guerrero y un reducido número de oficiales, socios de correrías, pues a pocos días estallaría el peor escándalo financiero ocurrido en el país, conocido como “el hoyo de Baninter”.

Se calcula que el agujero financiero de Baninter superaba los 55 mil millones de pesos de la época, con efectos económicos devastadores que incluían un proceso inflacionario de más del 200 por ciento y una devaluación de nuestra moneda por más de 60 pesos por un dólar.

Muchos consideran que más de un millón y medio de dominicanos se fueron a la pobreza extrema, por la pérdida de sus empleos y el incremento de sus deudas, hasta hacerlas impagables.

Mientras los dominicanos pasaban por un viacrucis, con largos apagones y dificultades para adquirir un cilindro de gas y los productos básicos de la canasta familiar, los organismos internacionales colocaban a la República Dominicana en la insolvencia económica más grave que recuerden los dominicanos, cuyos efectos aún padecemos 20 años después.

La prensa de la época recoge que el 3 de abril del año 2003, Bello Rosa remitió una carta en la cual dejaba clara su decisión de renunciar a la Procuraduría, inconforme con unas declaraciones del presidente Mejía, en las cuales rechazaba que él, Bello Rosa, se expresara en la forma en que lo hacía contra la política anticorrupción del gobierno, siendo él parte importante del mismo.

“Como yo tengo un criterio diferente y no puedo entrar en contradicción con el presidente, entonces yo me voy del cargo”, expresó Bello Rosa en su misiva.

Coincidencialmente, la mañana en que llegaba a las manos del presidente Mejía, la carta de renuncia de Bello Rosa, desde la Consultoría Jurídica del Poder Ejecutivo, llegaba el decreto sustituyendo al funcionario renunciante, y nombrando en la posición a un hasta entonces desconocido doctor Víctor Céspedes Martínez.

Ambos actos se produjeron mientras en el despacho presidencial tenía lugar una amena reunión, entre chanzas y chistes de todos los colores, con el presentador de televisión Frederick Martínez (El Pacha) y el pimentoso merenguero Toño Rosario.

Los periodistas que cubrían la fuente palaciega recuerdan que, en ese preciso momento, el presidente le pidió a Rosario que se diera la vuelta, procediendo a apoyar el papel contentivo del decreto, sobre la espalda del artista.

De inmediato procedió a estampar su firma sobre el decreto, mediante el cual designaba como nuevo procurador general de la Republica al abogado Víctor Céspedes Martínez.

En el 2003, ese breve incidente provocó una polvareda mediática, ya que semanas antes, Frederick Martínez había provocado otro singular escándalo al besar en la boca, durante su programa de televisión, al merenguero Fernando Villalona.

No conforme con esto, había sucedido que Toño Rosario, durante un concierto en San Juan, Puerto Rico, se había pasado por sus glúteos la bandera dominicana, al tiempo de exclamar que “se sentía más boricua que dominicano”.

El acto puso en evidencia la poca importancia que le dio el mandatario a la salida de Bello Rosa como Procurador General de la Republica por tres años de su gobierno.

A partir de esa gestión al frente del Ministerio Público, Bello Rosa no volvió a ocupar posiciones gubernamentales, hasta el 2017 cuando fue nombrado miembro del Consejo de Dirección de la CDEEE, cargo que ocupó hasta el 2020, cuando asumió Luis Abinader.

Permaneció recluido en su hogar con una discreta participación como miembro de la dirección política del PRD, partido del que nunca renunció y en el cual brilló como político y abogado, en defensa de las causas de su organización.

Pero la comunidad jurídica, los políticos, intelectuales y los periodistas tuvieron en Bello Rosa a un amigo solidario y confiable que nunca dio muestras de sectarismo ni trato discriminatorio.

Muchos lo recordamos cuando al inicio de las ruedas de prensa semanales, como forma para romper el hielo expresaba: “Campuzano, y sus preguntas de ajo y cebolla, no van hoy”. Se refería a un barco con un cargamento del bulbo, que había intentado introducir un conocido empresario, que se valía del comunicador, para gestionar su entrega, a lo que Bello Rosa se oponía, sin haber cumplido con las obligaciones fiscales ni las normas sanitarias requeridas. Así actuaba Bello Rosa.

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