A 11 años trágica muerte Whitney Houston sigue sorprendiendo

Al cumplir 11 años desde la trágica noticia del fallecimiento de Whitney Houston, el legado musical de la intérprete estadounidense nos sigue sorprendiendo. Hace apenas unos meses celebramos su vida a través del biopic I wanna dance with somebody y en este 2023 volveremos a disfrutar de su voz con canciones completamente inéditas.

Porque un nuevo documental y un nuevo álbum póstumo están ya en marcha. Ambos servirán para descubrir una de las facetas más relevantes de la artista aunque no una de las más populares: su relación con la música gospel.

La familia de Whitney a través de Good Morning America informó del futuro lanzamiento de I go to the rock, un nuevo álbum de estudio con canciones completamente inéditas de Houston. Son temas gospel entre los que se incluye Testimony, la canción que sirve como tarjeta de presentación de este LP.

El documental, por su parte, recorrerá los inicios musicales de la artista conocida como la voz de América desde sus primeras actuaciones en la parroquia de su localidad hasta su participación en la película La mujer del predicador (The Preacher’s Wife, 1996) cuya banda sonora consiguió colocar como el álbum de gospel más vendidos de todos los tiempos.

Son canciones completamente distintas a su repertorio más pop o incluso electrónico en el que la sobreproducción brilla por su ausencia. Lo que quedan son ritmos pausados, sencillos y donde la voz de Whitney Houston destaca aún más.

Recordemos ese atardecer del 12 de febrero de 2012 en el Beverly Hotel, cuando los paramédicos y la policía subieron a la habitación del cuarto piso en la que se alojaba la estrella de la canción, encontraron rastros, en cada metro cuadrado del departamento, que hicieron innecesario esperar la autopsia y el informe toxicológico para averiguar cuáles fueron las causas de la muerte de la mujer de 48 años.

La biopic I Wanna dance with somebody, estrenada en diciembre de 2022, intenta explicar la compleja historia de esa niña que cantaba en el coro de New Jersey y un día se convirtió en una estrella acosada por las adicciones. “La parte más difícil de interpretar a Whitney Houston es interpretar a Whitney Houston. Nuestro objetivo fue celebrar a Whitney por lo que fue: cantante, productora, actriz, ícono de la moda y persona. La película es una carta de amor a Whitney”, detalló Naomi Ackie, la actriz que buscó mostrar todas las luces y sombras de la cantante.

La conducta errática de Whitney en sus últimos largos años tuvo millones de testigos. Tuvo que suspender apariciones en los Oscar, en la inducción al Salón de la Fama del Rock de Clive Davis y cancelar decenas de conciertos. Algún tabloide sacó en tapa una foto escalofriante del baño de la estrella: derruido, con restos de drogas en diversos platos, la suciedad y el abandono en cada rincón.

Durante la grabación de la banda de sonido de Waiting to exhale tuvo que ser internada de urgencia por una sobredosis. Varios tratamientos de rehabilitación fracasaron. Se vanaglorió ante la periodista Dianne Sawyer de que ella no se drogaba con crack porque eso era “cosa de pobres”.

Whitney Houston y su “descubridor” Clive Davis, quien tenía antecedentes dorados en esto de descubrir talentos. En su foja se contabilizaban Janis Joplin, Santana, Bruce Springsteen y Aerosmith entre otros.

La maquinaría intentó seguir funcionando. Le organizaron giras con las que no pudo cumplir. Shows en los que su estado era lamentable y su voz parecía haberse ido para siempre, un graznido triste y ronco, desganado y desafinado. Como si fuera una parodia triste de lo que había sido.

La muerte de Whitney Houston no sorprendió a nadie. Era un evento que todos parecían estar esperando. La misma noche en que fue encontrada, en el mismo hotel, se celebraba la fastuosa fiesta anual que Clive Davis, su mentor y descubridor, organiza en la velada previa a la entrega de los Premios Grammy.

Mientras los forenses analizaban la escena en que fue encontrado el cadáver de Whitney y sus restos eran transportados a la morgue, la industria, sus colegas, enemigos, cantantes y productores, músicos y letristas, cuatro pisos más abajo, en el salón principal del Beverly Hotel, tomaron, cantaron y bailaron toda la noche. La previsible muerte del mayor talento vocal de las últimas generaciones no alteró sus planes. El show debe continuar.

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