¿Cuán ineficientes hemos sido en traducir el crecimiento en desarrollo?
Por Juan Temístocles Montás
Un objetivo fundamental para el desarrollo es avanzar en la consecución de la prosperidad basada en un entorno de innovación y crecimiento, lo cual debe traducirse en mejora de la calidad de vida de los individuos y fortalecimiento de la cohesión social.
El concepto prosperidad va más allá de los indicadores económicos tradicionales. Si bien el Producto Interno Bruto (PIB) y el crecimiento económico son parte importante, la prosperidad abarca una gama más amplia de factores que reflejan el bienestar general de la población y la salud integral de una nación.
En Londres, Reino Unido, reside el Legatum Institute, un grupo de expertos que realiza todos los años uno de los estudios más exhaustivos que existen para medir las condiciones de prosperidad en el mundo. A partir de 300 indicadores, clasificados en 12 pilares, el grupo de expertos estima el nivel de prosperidad en 167 países. Sobre esta base elabora el denominado Índice de Prosperidad Legatum, en el que se establece dónde se posiciona cada país en términos de prosperidad.
Los 12 pilares que sustentan el índice son: 1) seguridad y protección; 2) libertad personal; 3) gobernanza; 4) capital social; 5) entorno de inversión; 6) condiciones de la empresa; 7) acceso al mercado e infraestructura; 8) calidad económica; 9) condiciones de vida; 10) salud; 11) educación; y 12) entorno natural.
En su último informe, correspondiente a 2023, la lista está encabezada por Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia y Suiza, que ocupan en ese mismo orden las primeras cinco posiciones, respectivamente. Solamente tres países de Latinoamérica: Chile, Uruguay y Costa Rica, lograron entrar en los primeros 50 puestos del Índice de Prosperidad, con las posiciones 36, 38 y 39, respectivamente. La República Dominicana ocupa la posición 68, siendo superado, además de los antes mencionados, por Panamá, Jamaica, Argentina, Perú y Brasil.
Vista la cantidad de pilares en que se sustenta el Índice de Prosperidad, el mismo constituye “una importante herramienta práctica para ayudar a identificar qué acciones específicas deben adoptarse para contribuir a fortalecer los caminos de la pobreza a la prosperidad, y para proporcionar una hoja de ruta a medida que las naciones enfrentan choques económicos y políticos cada vez mayores”.
Hace unos años, el Instituto Legatum introdujo el concepto de Brecha de Prosperidad para medir cuán bien se desempeña cada país en la conversión de su riqueza material en bienestar y prosperidad. Comparando el nivel de prosperidad de cada país con su PIB per cápita podemos observar cuales países muestran niveles de prosperidad que están por debajo de la tendencia general.
Para su nivel de PIB per cápita, la República Dominicana, debería mostrar un mejor desempeño en el nivel de prosperidad. Esto, dado que tiene un PIB per cápita superior al de Brasil, Jamaica y Perú, sin embargo, el país tiene un Índice de Prosperidad por debajo del de esos países.
De los pilares que definen el Índice de Prosperidad Legatum, los que peor desempeño muestran para República Dominicana son: 1) seguridad y protección, que ocupa la posición 108; 2) educación, que ocupa la posición 99; 3) gobernanza que ocupa la posición 90; 4) salud, que ocupa la posición 89; 5) condiciones de vida que ocupa la posición 88; 6) entorno de inversión que ocupa la posición 81; 7) condición de empresa, que ocupa la posición 79; 8) acceso a mercado e infraestructura, que ocupa la posición 69. O sea, en ocho de los pilares, la República Dominicana exhibe un comportamiento inferior a su comportamiento general. Sólo en calidad económica (65), capital social (50), libertad personal (46) y entorno natural (55), ocurre lo contrario.
El Índice de Prosperidad Legatum es una herramienta potente para los hacedores de políticas públicas, ya que ofrece una visión integral y matizada del bienestar y la prosperidad. Su uso permite planificar y ejecutar políticas más efectivas y equilibradas, con el objetivo de lograr tasas de crecimiento alto y sostenido; además, saber cómo hacerle para que ese crecimiento se traduzca en calidad de vida y el bienestar general de la población.
La brecha de prosperidad en República Dominicana revelada por el Índice Legatum muestra cuán flojos hemos sido en el país en cuanto a capacidad para traducir el crecimiento en verdadero desarrollo.