Economista Luis Manuel Piantini analiza DR-CAFTA y arroz dominicano
En mis largos años como funcionario del Banco Central, en una ocasión me contaba un gobernador que había sido también gobernador en la época de Trujillo, que este a raíz de los déficits de balanza de pagos que se estaban produciendo a finales de los años cincuenta, instruyó al gobernador que negociara un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, con el fin de obtener dinero fresco, dada la rápida disminución que estaban experimentados las reservas en divisas del Banco Central.
Concluidas las negociaciones, el gobernador de ese momento, le informa a Trujillo sobre las condicionalidades exigidas al país para la ejecución del acuerdo y Trujillo le contestó; firme y no lo cumpla.
Naturalmente, el propósito era que le ingresara el dinero fresco del primer giro que se producía con su aprobación, y con eso pensaba que le bastaba sin necesidad de mayores esfuerzos. Pues este parece ser que fue el pensamiento de los negociadores dominicanos del DR/Cafta, cuando incluyeron en el mismo, la desgravación de los ocho productos agrícolas incluidos en la llamada Rectificación Técnica, entre ellos el arroz, aprobada por el Consejo de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en el año 1999.
La rectificación que se obtuvo con mucho esfuerzo, siendo un caso de rarísimo logro en esa organización, tuvo como objeto corregir el error cometido por la delegación dominicana que presentó nuestra oferta de bienes en la ronda final del acuerdo del GATT, antigua OMC, en el 1994, cuando bajaron los aranceles de esos productos en más de un 60%, lo que representaba reducir su protección frente a otros bienes similares importados en el mismo porcentaje.
Esta oferta se presentó sin el conocimiento de los productores agrícolas, quienes sorprendidos y en base a su perjudicial efecto sobre la producción local, lograron que las autoridades rectificaran su error.
Fui testigo de esa situación pues como Vicegobernador del Banco Central, el actual gobernador y gobernador en ese entonces, me había encargado de llevar los asuntos con la OMC, ya que desde hacía un tiempo mientras me desempeñaba como Director Ejecutivo Alterno en el Fondo Monetario Internacional, su personal técnico junto con el del GATT, comenzaban a incluir condicionalidades de cumplimiento en el área comercial externa.
Nuestro objetivo en el Banco Central era preparar personal técnico, con la ayuda de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y del Secretariado Técnico de la Presidencia, en negociación de acuerdos y manejo de las normas comerciales.
Cuando finaliza la negociación DR/Cafta, los negociadores dominicanos habían introducido los ocho bienes agrícolas de la Rectificación Técnica en la lista de bienes desgravables llegando al 0% de arancel al cumplirse los 20 años, aún cuando esta rectificación todavía mantiene sus elevados niveles de protección frente a los demás países de la OMC.
El mismo arancel
Por ejemplo, el arroz de Tailandia seguirá pagando el mismo elevado nivel de arancel de la rectificación, mientras el de USA se reduce en el 100%. Tal vez los negociadores pensaron aplicar un programa de aumento de la productividad a la producción de esos ocho productos, durante ese largo período de 20 años.
Si fuese así nuestro arroz estaría en condiciones de competir en precio con el de USA. Pero dada la revuelta que ha causado ya la desgravación final en el sector arrocero, parecería que las autoridades que hoy se quejan y que fueron las mismas que metieron sus manos en la candela, y que ahora actúan como la gatita aquella, no hicieron su trabajo.
Lo único que le queda al gobierno es medir los costos y ver los precios de ventas de cada bien similar, arroz dominicano y arroz americano, y destinar apoyos si este fuese necesario a la producción para reducir sus costos y aumentar su competencia. Porque si alardeamos de enfrentar al lobo, está cerca el ejemplo del azúcar del Central Romana, para pensar que nosotros somos Putin, y que podemos chantajear con arsenales atómicos.
Las medidas de salvaguardas que se toman cuando hay un ingreso súbito de un producto importado al país que afecta el comercio de su similar criollo, es una medida temporal para imponer restricciones de importación, pero solo es una medida de muy corto plazo. O sea, que no es una solución permanente al problema.
En las manos de las autoridades dominicanas está el pandero, no en las manos de las americanas. Porque incumplir un acuerdo internacional con el elevado nivel crediticio que se ha ganado el país, y el alto nivel de inversiones que recibimos, es una tontería para caer en un descrédito innecesario porque no supimos hacer nuestro trabajo, y ahora culpabilizamos a otros de nuestras fallas.