En juego sucio no se pisa base

A nadie sorprende que el presidente Luis Abinader, quiera sacar ventajas de los mecanismos que le da el poder, para prolongar su mandato, cuatro años más, algo que no sería reprochable, siempre que se hiciera apegado a la decencia y al buen derecho, consagrados en el ordenamiento jurídico que nos rige.

Me refiero al juego limpio que debe practicar cada contendiente en una justa, y más si se trata del partido en el poder, que, entre otras tareas, debe administrar los recursos públicos, que son de todos, no de una parcela política en particular, aunque tenga a sus pies todo el poder del mundo.

Me refiero a que en medio del actual proceso electoral vemos una serie de manifestaciones que, aunque no sorprenden, llaman poderosamente la atención, encabezando actos de inauguraciones obras para impulsar a los debiluchos candidatos de su partido, aunque se lo prohíba la ley electoral.

Lo que preocupa a sectores muy contados que hacemos opinión pública, es el afán desmedido, en exceso nervioso, que evidencia el gobierno por demostrar control absoluto del electorado, con inversiones millonarias en la compra de opiniones y supuestas encuestas para presentar como inderrotables al presidente Abinader y a los candidatos a cargos electivos por el PRM.

Incluye, además, la compra de la simpatía de sectores empobrecidos, mediante la entrega de materiales de construcción, fundas con comidas y tikets y otros favores.

Tan lejos ha llegado el gobierno que, se compra por sumas millonarias y promesas de cargos en la administración pública, a dirigentes de la oposición o que se expresaban en contra el gobierno, incluyendo comunicadores, que semanas antes se manifestaban a favor de la oposición.

Tan compulsivo es el empeño que pone el presidente Abinader por inaugurar obras sin terminar, que en ocasiones a estas le falta hasta un 70 por ciento, cómo pasó con la presa de Monte Grande, mediante la cual se pretende aprovechar las aguas del río Yaque del Sur, para producir energía, agua para irrigar los campos agrícolas, para el consumo humano, y sobre todo, para administrar los grandes caudales del líquido, que se tornan en una amenaza para miles de familias, cada vez que se presentan épocas de lluvias.

Sucede que los residentes, destinatarios de la obra, no podrán aprovecharla sencillamente porque, a pesar de que la inauguró el presidente, con toda la pompa y la parafernalia de lugar, se trata sólo de un hermoso charco de agua, útil para criar tilapias o pasear en botes, no de una presa con las utilidades que les han costado a los dominicanos mucho dinero, sangre, sudor y lágrimas.

A todas luces se aprecia la prisa del gobierno por convencer a la población de la “eficacia” de su gestión, entregando unas obras que en términos prácticos no existen, porque a lo largo de sus cuatro años, no fueron su prioridad, o fueron muy costosa para la capacidad económica u operativa de las autoridades.

El gobierno subestima la capacidad pensante de los dominicanos, para notar cuando se le está jugando limpio y cuando no.

El trasfondo electorero de la prisa por inaugurar otra obra, sin la debida terminación, llevó al gobierno a poner en servicio del puerto turístico de Cabo Rojo, Pedernales.

Vale resaltar que para hacer más creíble el evento para los fines de impresionar a la población, me refiero a la votante, se hizo desviar un crucero repleto de turistas que tenía como destino la Isla Catalina.

Las pretensiones por hacer de Pedernales un polo turístico son legítimas y necesarias, si queremos mejorar las capacidades del país para competir con ventajas por un turismo moderno y sostenible.

Pero la puesta en servicio de una obra que le cuesta al Estado 150 millones de dólares, sin estar terminada retrata de cuerpo entero la intención inmediatista de las autoridades.

Se quería llevar al imaginario público, la “grandiosidad” de un gobierno que invirtió unos millones de dólares, sacados de la miseria de los dominicanos, en un puerto que sucumbió, como si se tratara de una obra construida por un niño, con palitos de fósforo, que colapsó a la primera ola de un frente frío.

Uno de los espectáculos más deprimentes lo representa el sistema carcelario dominicano, inhumano y corrupto hasta la vulgaridad, con más de 25 mil almas, muchas en condiciones precarias.

Pues, para no darle el crédito a las pasadas autoridades, de iniciar un proceso de adecentamiento del sistema, se mantiene en proceso de deterioro progresivo la cárcel, ya terminada en la comunidad de Las Parras de Guerra, que le cuesta al Estado por encima de 7 mil millones de pesos.

Para darle mayor credibilidad al desaguisado de dejar diluir el penal, se mantiene, bajo prisión al ex procurador Jean Alain Rodríguez.

De esa manera se denuncian como paralizadas cientos de obras, como escuelas y hospitales, demandas por los habitantes, por el simple hecho de que se iniciaron en pasadas gestiones.

Otro ejemplo. El sentir general atribuye al gobierno un afán desmedido por exacerbar el sentimiento patriótico, con fines electoralistas, la desacertada política oficial de enviar miles de soldados a sellar la frontera, en un conflicto que pudo subsanarse de otra manera con nuestros vecinos haitianos.

En consecuencia, la ocupación militar respaldada por gruesa artillería y vehículos blindados, no paró la construcción del canal, para derivar agua del Río Masacre.

En cambio, provocó el agravamiento de la crisis económica, que llevo a la quiebra a miles de productores agropecuarios de gran parte del Cibao, que acostumbran vender sus productos al vecino país.

También perdió el país que en un largo trecho vio esfumar los casi 2000 millones de dólares al año que proporciona el intercambio comercial, que a la postre, les mendiga el país a los haitianos.

Falta por saber si los organismos internacionales, involucrados en la observación y fiscalización de los procesos electorales, toman nota de este tipo de inconducta que, según los afectados raya con el fraude electoral, por tratarse de una manipulación abierta de los procesos comiciales propiciados por la democracia.

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