Falta juego, aún no canten victoria

No es tan sencillo como «soplar y hacer botellas». Los parciales del Partido Revolucionario Moderno y del presidente Luis Abinader, apuestan a que los resultados aplastantes de las recién celebradas elecciones, les allana el camino para un triunfo más holgado en los comicios del domingo 19 de mayo, y de paso cristalizar la reelección del mandatario, con sus luces y sus sombras, en su gestión de cuatro años, algo que necesariamente no resultaría así.

Conforme apreciaron los observadores de la OEA y todo el país, las elecciones del domingo reflejaron, entre otras cosas, que se impone establecer un marco para una mayor equidad en la financiación de los procesos electorales, y un poco, frenar los excesivos privilegios con que compite el partido en el poder.

Los veedores internacionales tomaron nota de muchas indelicadezas que se pusieron en práctica antes, durante y después del proceso, por lo que se colige que el triunfo del Partido en el Poder, transitó por un camino con claros los visos de ilegitimidad, hasta lograr un desigual balance a su favor.

Para mejor ilustración lo diremos en el lenguaje beisbolero que, para ganar la justa electoral, «el gobierno tuvo que meter todo el brazo», es decir usar todos los recursos del estado para poder avasallar a la oposición y garantizar que los candidatos del PRM finalmente ganaran.

Como en el país la transparencia es una palabra más utilizada para adornar los discursos, que para administrar con ética el erario, ningún funcionario, ni representante de la sociedad civil, ni organismo de fiscalización explicarán por cuánto les salió a los dominicanos la celebración de estos comicios.

Sin guardar las formas se apreció que, a pesar del alto gasto en la logística natural para organizar el certamen, una parte importante de estos recursos lo manejaron activistas y politiqueros del partido oficial, en fajos de billetes que distribuían a los electores, frente a los centros de votaciones, en el interior de vehículos o a la sombra de un callejón, a cambio de cédulas para impedir el voto.

El propio presidente Abinader, disimulando la euforia que sentía por el resonante triunfo, exclamó: «fue que llevamos a todo nuestro partido a votar», y en verdad la mayoría ejerció el sufragio, pero otra gran parte de la militancia acudió a realizar una labor de mercadería electoral, logrando el ausentismo de la oposición en las mesas de votación.

Se recurrió a las formas más diversas, y hasta poco creativas, para un derroche tramposamente invertido de los recursos del gobierno como: Promesas de aumento salarial para empleados con sueldos miserables, que hasta ese momento se habían mostrado leales a la oposición y promesas del otorgamiento de pensiones para empleados envejecientes, entrega de títulos de propiedad para los que construyeron en terreno del gobierno y la entrega del dinero en bonos de los retenidos de la última navidad.

También la entrega de materiales para la terminación de casas a personas que debido a las alzas de los materiales y la falta de recursos, habían paralizado su construcción.

Por supuesto, que se entregó mucho dinero en efectivo para saldar deudas y de paso atraerse la simpatía de dirigentes del PLD y sus familiares que al ver minada la costosa vida que le daba su dilatado tiempo en el poder, sucumbieron a las tentaciones del gobierno.

Incluso a la vista del país estuvo una compra masiva de alcaldes del PLD, diputados y altos dirigentes oposicionistas. El menú de opciones fue amplio, enfocado con un solo objetivo: cerrarle el paso a la oposición.

El caso del ex senador por PLD por Santiago Julio César Valentín fue paradigmático como ejemplo de exceso de poder.

El 10 de noviembre del 2022 sale del PLD y semanas más tarde funda Justicia Social. El 28 de julio del 2023 logra el reconocimiento de la Junta Central Electoral, para formalizar su alianza con el PRM el 28 de noviembre del 2023, para en menos de tres meses ganar 11 alcaldías e igual número de vice alcaldías en todo el territorio nacional.

Mientras en el campo de batalla electoral se daba la desigual lucha, el uso de medios electrónicos y escritos, aún sigue siendo apabullante.

Se habla de una inversión que supera los diez mil millones de pesos en propaganda, incluyendo gastos cuantiosos para el control de la opinión pública, a través de encuestas, programas y cortos muy impactantes colgados en redes sociales, enfocados a resaltar las «bondades del gobierno», con ataques verbales bien articulados y monsergas contra la oposición.

Aun así, no se pudo lograr que Luis Abinader y sus candidatos a alcaldes y regidores sacaran más de un millón 747 mil votos, a nivel nacional, contra 786 mil del PLD, 520 mil de la Fuerza del Pueblo y 86 mil del PRD.

El PRM obtuvo el monto más bajo de un partido político para ganar unas elecciones, desde que se escogen autoridades por medios supuestamente democráticos, tras el ajusticiamiento de Trujillo.

Mediante una simple operación matemática vemos que 1 millón 700 mil votos, representan un 21 por ciento, de los 8 millones 200 mil inscritos en el Padrón.

Ese millón 700 mil sufragios sacado por el PRM, significa que para pasar la reelección de Luis Abinader, el 19 de mayo, tiene que aumentar en un 29 por ciento los votos obtenidos en el certamen del pasado domingo. Significa que tiene que buscar más de un millón de sufragios para alcanzar el 50 por ciento, necesario para irse en primera vuelta.

Un analista de los tantos que le acomodan el panorama al gobierno, dirá que aún queda por recurrir al colchón de los casi cinco millones del padrón electoral, que se abstuvo o que fueron inducidos a no ejercer su voto, para que el presidente barra y obtenga la reelección.

Para que tengamos una idea del panorama electoral intentaré resumir los resultados de los últimos procesos electorales organizados en RD:

En 1962 con una Padrón de un millón 658 mil electores, con una abstención de 35 por ciento, gana el PRD con Juan Bosch y unos 628 mil, contra Viriato Fiallo que logró 317 mil sufragios.

En 1966, con un padrón de 1 millón 815 y una abstención de 25 por ciento, triunfó Joaquín Balaguer con 759 mil 800, contra Juan Bosch 494 mil votos, para un 39.2 por ciento.

Del mismo modo, en 1970, con un padrón de 2 millones 41 mil votantes y una abstención del 37 por ciento, Balaguer gana con 707 mil votos, contra Francisco Augusto Lora del Mida con 252 mil votos, con una abstención de 37.63.

En 1974 con un padrón de 2 millones 116 mil y una abstención de 29 por ciento, gana Balaguer con 942 mil votos, para un 42.7 por ciento, contra Luis Omero Lajara Burgos, con 170 mil 600, para un 15.33 por ciento.

En 1978, con un padrón de 2 millones 295 mil electores, abstención de 24 por ciento, gana Antonio Guzmán por el PRD, con 867 mil sufragios, para 52.36 por ciento, contra Balaguer 712 mil, para un 42.99 por ciento.

En 1982, con 2 millones 631 mil, abstención de 28 por ciento, gana Salvador Jorge Blanco con 855 mil votos, para un 46.69, contra Joaquín Balaguer que logró 707 mil votos, para un 38.62.

En 1986, con un padrón de 3 millones 39 mil, abstención de 28 por ciento, gana Joaquín Balaguer con 877 mil electores, para un 41.55, contra Jacobo Majluta que logró 828 mil 200, equivalente a 39.22 por ciento, y Juan Bosch que logra 379 mil, para un 18 por ciento.

En 1990 con padrón de 3 millones 275 mil, abstención de 39 por ciento, gana Joaquín Balaguer con 678 mil votos, para un 35.35 por ciento, contra Juan Bosch que logró 653 mil, para un 33.79 por ciento, José Francisco Peña Gómez 449 mil sufragios, para 23.23 por ciento y Jacobo Majluta 136 mil, para 7 por ciento.

Elecciones 1994, padrón de 3 millones 598 mil electores, abstención de 9 por ciento, gana Joaquín Balaguer con un millón 275 mil sufragios, para un 42.29, contra el doctor José Francisco Peña Gómez, quien logró un millón 253 mil, para un 41.55 por ciento.

Para los comicios de 1996, con un padrón de 3 millones 748, y abstención de 22 por ciento, gana en dos vueltas, el doctor Leonel Fernández, quien obtuvo un millón 466 mil votos y 51 por ciento, al doctor Peña Gómez quien logró un millón 394 mil votos, para 48.75 por ciento.

En los comicios del 2000, un padrón de 4 millones 251 mil, abstención de 24 por ciento, gana Hipólito Mejía con un millón 593, para 49.87, a Danilo Medina, quien logró 796 mil sufragios, para 24.94 por ciento y Joaquín Balaguer que obtuvo 785 mil votos para 24.60 por ciento.

Comicios del 2004, con padrón de 5 millones 20 mil sufragantes, abstención de 27.27, se impone Leonel Fernández con 2 millones 63 mil votos, con 57.11 por cientos a Hipólito Mejía quien logra un millón 215 votos, un 33 por ciento.

En 2008 con padrón de 5 millones 764 mil votantes, abstención de 29 por ciento, gana Leonel Fernández con 2 millones 199 mil votos y 53.83 por ciento, a Miguel Vargas Maldonado, quien logra un millón 654 mil, para un 40.48 por ciento.

En el 2012, con padrón de 6 millones 502 electores, abstención de 30 por ciento, gana Danilo Medina, quien logra 2 millones 323 mil votos, un 51.21 por ciento, contra Hipólito Mejía quien logra 2 millones 130 mil para un 47 por ciento.

En los comicios del 2016, padrón de 6 millones 765 mil, abstención de 30 por ciento, se impone Danilo Medina con 2 millones 847 mil votantes, para un 61.74 por ciento, contra Luis Abinader un millón 613 mil, para un 34.98 por ciento.

Para los comicios del 2020, con padrón de 7 millones 529 sufragantes, una abstención de 47.48, se impone Luis Abinader con 2 millones 154 mil, para un 52.52 por ciento, a Gonzalo Castillo, quien obtiene un millón 537 mil, para un 37.46.

Para los recién finalizados comicios había un padrón 8 millones 105 mil electores de los cuales, solo votaron 3 millones 375 mil electores, para un 46.67 por ciento, aunque en algunas zonas como en Santiago se calcula una abstención por encima del 70 ciento y otras por encima del 63 por ciento.

Lo que traduce este análisis es que mucho más de la mitad de dominicanos rehusó ir a las urnas, y que incluso, el partido ganador sólo alcanzó un millón 700 mil sufragios, suficiente para alcanzar el 21 por ciento.

Especialistas que observan el ambiente electoral recomiendan a la oposición, en especial a los ex presidentes varías veces Leonel Fernández, Danilo Medina y los candidatos Abel Martínez y Miguel Vargas Maldonado, sentarse con un lápiz de carbón y poner en práctica operaciones matemáticas sencillas que les permita una visión más optimista de cara a la realidad política electoral de mayo.

El escenario se torna más complejo para el presidente Luis Abinader, ya que, a pesar de sus recursos, incuantificables, ahora deberá enfrentar a tres «tigueres políticos»: Leonel Fernández, Danilo Medina como orientador del candidato del PLD Abel Martínez y Miguel Vargas Maldonado candidato por el PRD.

Como arsenal para el debate electoral cuentan con un país económicamente diezmado, por la inflación, delincuencia, la cuantiosa deuda interna y externa, aunada a la falta de oportunidades para los jóvenes, que de paso fue el segmento poblacional que menos acudió a las urnas, en los pasados comicios.

También muchos casos de corrupción de funcionarios, solapada en un manejo maniqueo, solo para perjudicar a la oposición, y varios expedientes de narcotráfico, algunos groseramente manoseados y otros en curso que por supuesto serán carne de debate en el proceso que casi arranca.

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