Las Autoridades Pusieron un Huevo

El huevo vuelve a estar en el centro de la atención pública a partir de que el gobierno emitiera una resolución prohibiendo su exportación, la que mayormente se produce hacia el vecino país de Haití.
El argumento de las autoridades para adoptar la medida era impedir que un aumento de la demanda del producto encareciera su precio y eventualmente dificultara el acceso de la población a esta fuente barata de proteína.
Fue una decisión muy criticada ya que los productores avícolas contaban con el mercado haitiano para sobrevivir a cuantiosas deudas acumuladas, debido a altos costos de producción y bajos precios.
Con el huevo, al igual que con otros productos estratégicos, el gobierno incurrió en el mismo error de penalizar al productor, en vez de buscar otras fuentes para garantizar que el pueblo tuviera acceso a la proteína que aporta el huevo, sin castigar a la sacrificada clase agrícola del país.
Todo el que tiene un origen campesino sabe que el mejor mecanismo para aumentar la producción de huevos, es mejorando la alimentación de las gallinas, suministrándoles vitaminas, desparasitando y generándoles condiciones para que estas aves optimicen su capacidad productiva.
Por ejemplo, el gobierno pudo facilitar la importación de materias primas, como el maíz, soja, proteínas y otros insumos para abaratar y mejorar la producción de alimentos; pudo canalizar préstamos a través del Banco Agrícola para que pudieran mejorar las condiciones de las granjas, nunca impedir un mercado tan favorable como el haitiano, cuyas repercusiones en la situación interna del país, son ampliamente ponderadas
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Pero, al parecer, los técnicos que rigen la política productiva del país, prefirieron el camino más corto, que es el de inducir una abundancia de huevos por acumulación en el mercado, lo que equivale a un ahogamiento de los productores que volverán a sufrir una sobreabundancia, con la consiguiente caída de los precios de este alimento.
En el argot popular se equipara la comisión de un error en cualquier actuación de la vida, a la puesta de un huevo. Se argumenta popularmente que las autoridades pusieron un huevo al prohibir mediante una resolución las exportaciones de huevo, como pretexto para evitar un incremento de precio, cuando lo más sensato era mejorar los mecanismos de comercialización, aumentando su vida de exportación e incentivando la producción local.
Hoy, los productores de huevos se enfrentan al futuro incierto de desaparecer por exceso de oferta de huevos y acumulación de deudas o mantenerse en baja, hasta que los técnicos aconsejen dejar sin efecto las prohibiciones de exportación y se busque un respiro a los precios.
Lo más práctico para los productores, es sacrificar a sus animales, reduciéndole el consumo de alimentos, exponiéndolos a riesgos de salud, lo que equivale a mermar la producción de huevos, como una forma de reducir pérdidas, hasta ganar tiempo, a ver si se echa para atrás la medida.
Con el huevo sucede lo mismo que el resto de los alimentos calificados de estratégicos, aunque con el plátano, ocurre inversamente lo contrario.
El Ministerio de Agricultura alega que su alto precio, en muchos casos llegando al histórico de 40 pesos la unidad, se debe a una merma en su producción debido al frío del invierno y a la caída de platanales por efecto de la tormenta Fiona.
Sin embargo, contrario a lo que ocurre con la cebolla, el pollo, ajo y otros que, al menor indicio de escasez en los mercados, se abren las llaves para su importación, con el plátano no ocurre lo mismos, es decir no se trae desde países como el Ecuador, cuya época invernal no coincide con la nuestra, que afecta la producción de esta musácea.
Mientras tanto, el productor de huevos sigue colgado al sueño de mejorar su condición de vida, si es que algún día logra vender su producto a un precio equiparable al de sus gastos.
Pero la responsabilidad del gobierno es invariable: al dominicano no le puede faltar en su mesa ni arroz, habichuela, pollo, plátano.
Estos son los pilares de su alimentación y ausentándolos de su dieta es jugar con su tranquilidad espiritual y por derivación su paz social y política.