¿Para qué ha servido el cierre de la frontera?

Por Guillermo Tejeda

(Director Resumen Final Digital)

A esta altura del fracaso los dominicanos nos estamos preguntando ¿para qué ha servido el cierre de la frontera?.

Más de un mes después de tan precipitada decisión, el centro de la controversia, el canal que se construye en Juana Méndez que se abastecería de las aguas del Río Masacre, ha cobrado un mayor impulso, consiguiendo el presidente Luis Abinader la unidad de los haitianos en torno a esa obra.

El gobierno del primer ministro Ariel Henry se ha beneficiado del yerro diplomático del gobierno, asumiendo la terminación del canal con recursos financieros y técnicos, cuando había dicho al inicio del conflicto, que era un proyecto del sector privado, congraciándose con la población que pide su renuncia.

La misión técnica enviada por la Organización de Estados Americanos (OEA), que ya visitó la frontera por el lado dominicano, estará dos días a partir del lunes en Haití, pero es muy poco o nada lo que podrá conseguir para destrabar la crisis, tomando en cuenta que el canal se ha convertido en un sentimiento nacional para nuestros vecinos, en lo que se han puesto de acuerdo autoridades, políticos de todos los partidos, intelectuales, empresarios y hasta las bandas que controlan gran parte del territorio.

De este lado, la apresurada medida del presidente Abinader ha tenido efectos demoledores para el comercio y la producción agropecuaria.

Los productores de huevos, que destinaban la mayor parte de su producción al mercado haitiano han gritado quiebra por las cuatro esquinas, los comerciantes pasan por la misma calamidad y grandes industrias han comenzado a presionar porque sus artículos tienen a los consumidores haitianos como sus principales clientes.

El gran despliegue militar en la frontera y la prolongada estadía (que ha disparado el gasto militar) tiene exhaustos a los soldados que no han escondido las quejas, no logrando intimidar a los haitianos que siguen traficando con mercancías y el negocio con los indocumentados tampoco se ha detenido.

Haití es el segundo socio comercial de la República Dominicana, solo detrás de Estados unidos, un mercado que mueve anualmente unos mil 500 millones de dólares que el gobierno ha puesto en la cuerda floja, lo que no le agradecen los sectores productivos convencidos de que desde el Palacio Nacional no se calcularon los efectos a largo plazo,

Las medidas encaminadas a resarcir un poco el impacto inesperado de la encerrona diplomática en la que han metido al presidente Abinader, no han logrado reanimar minimamente las actividades del comercio en la frontera, con unos haitianos empoderados que se dan el lujo de mantener cerrados sus portones, impidiendo el paso de sus connacionales para el intercambio del que se vive en esas apartadas provincias, donde son escasas las oportunidades de empleos y los servicios como salud y educación no soportan más precariedades.

Para nadie es un secreto que toda la parafernalia fronteriza obedeció a un recurso de campaña electoral, una forma de subir al presidente Abinader en el discurso nacionalista que le sumarían votos en ese litoral, pero las cosas no han salido como se planearon.

Ahora se firma un «pacto» sobre Haití en el Palacio Nacional, que nace nati-muerto al no contar con el consenso de las tres principales fuerzas políticas del país, en el que el gobierno se compromete con cosas que son inherentes a sus responsabilidades. Una promesa de cumplir a través de un pacto, leyes que están ahí y son inobservadas por el presidente Abinader.

En medio de este panorama, los dominicanos se preguntan y le preguntan al mandatario ¿Para qué ha servido el cierre de la frontera?…

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