Por qué la Iglesia Católica de RD destaca ordenación 7 sacerdotes
La Iglesia Católica tiene siete nuevos sacerdotes consagrados en una ceremonia encabezada por el Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Monseñor Francisco Ozoria Acosta, un acontecimiento al que se le ha dado gran relevancia en momento en que las vocaciones están en crisis en la República Dominicana con obispados que han tenido que cerrar sus seminarios.
La ordenación coincidió con a la solemnidad de San Pedro y San Pablo Apóstole en un encuentro realizado en el Pabellón de Balonmano, Parque Mirador Este repleta de feligreses procedentes de distintas parroquias.
Los nuevos sacerdotes son P. Stormy Rosario Martínez, Jacobo Benjamín de Jesús Lama Abreu, Jonathan Anangeris Rodríguez Doroteo, Daniel Martínez, José Manuel de Jesús Correa, Ronal de la Cruz Sánchez y German Amauris Díaz de la Cruz.
Monseñor Ozoria inició su homilía señalando que hoy es un día de acción de gracias a Dios por las vocaciones.
“La vocación sacerdotal es un don de Dios, que constituye ciertamente un gran bien para quien es su primer destinatario. Pero es también un don para toda la Iglesia, un bien para su vida y misión. Por eso la Iglesia está llamada a custodiar este don, a estimarlo y amarlo. Ella es responsable del nacimiento y de la maduración de las vocaciones sacerdotales. En consecuencia, la pastoral vocacional tiene como sujeto activo, como protagonista, a la comunidad eclesial como tal…
Puntualizó que es una necesidad tomar la Pastoral vocacional como una prioridad Arquidiocesana. Tomar en serio la promoción vocacional. Resaltó los logros en estos últimos años (2016 – 2024), dijo, que la Arquidiócesis ha tenido un buen número de Ordenaciones (60 incluidos los 7 de hoy).
El fenómeno mundial es que las vocaciones han ido disminuyendo. Nuestro Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino (que sirve a las doce Diócesis del país) durante los últimos tres años se ha mantenido por debajo de noventa (90) seminaristas. Hay Diócesis en el país que han cerrado su Seminario Menor.
El Sacramento del Orden es una incorporación al ministerio apostólico, por lo que su misión entra en relación con la misión de Cristo y los Apóstoles tanto en los tipos de actividad que desarrolla como en la apostolicidad del marco geográfico al que está dirigido.
Los cristianos que reciben el sacramento del Orden quedan configurados para siempre a Cristo Cabeza, Pastor y Servidor de su Iglesia, con el fin de enseñar, santificar, guiar y servir, en nombre suyo, al Pueblo de Dios, cada uno según el grado del orden recibido.
El Espíritu Santo es el agente principal de la ordenación, siendo la fuente de donde brota el carisma ministerial de enseñanza, santificación y dirección. Mediante el gesto de la imposición de manos se significa que los ministros ejercen su misión en el Espíritu de Jesús.
Por la Ordenación sagrada se confiere a los presbíteros aquel sacramento que, “mediante la unción del Espíritu Santo, marca a los sacerdotes con un carácter especial. Así están identificados con Cristo Sacerdote, de tal manera que pueden actuar como representantes de Cristo Cabeza”. En consecuencia, los presbíteros tienen parte en el sacerdocio y en la misión del Obispo. Como sinceros cooperadores del Orden episcopal, llamados a servir al pueblo de Dios, forman, junto con su Obispo, un único presbiterio dedicado a diversas funciones. Participando, en el grado propio de su ministerio, del oficio del único Mediador, Cristo (1Tm 2, 5), anuncian a todos la palabra divina. Pero su oficio sagrado lo ejercen, sobre todo, en la asamblea eucarística. Desempeñan con sumo interés el ministerio de la reconciliación y del alivio en favor de los fieles penitentes o enfermos, y presentan a Dios Padre las necesidades y súplicas de los fieles (cf. Hb 5, 1-4).
Ejerciendo en la medida de su autoridad el oficio de Cristo, Pastor y Cabeza, reúnen la familia de Dios como una fraternidad, animada con espíritu de unidad, y la conducen a Dios Padre por medio de Cristo en el Espíritu. En medio de la grey lo adoran en Espíritu y en verdad (cf. Jn 4, 24). Se afanan, finalmente, en la palabra y en la enseñanza (cf. 1Tm 5, 17), creyendo aquello que leen cuando meditan la ley del Señor, enseñando aquello que creen, imitando lo que enseñan.
La Solemnidad de San Pedro y San Pablo es una de las más antiguas del año litúrgico. Esta Solemnidad festeja a las dos columnas de la Iglesia. Por una parte, Pedro es el hombre elegido por Cristo para ser “la roca” de la Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,16). “Pablo, por su parte, fue conquistado por la gracia divina en el camino de Damasco y de perseguidor de los cristianos se convirtió en Apóstol de los gentiles. Después de encontrarse con Jesús en su camino, se entregó sin reservas a la causa del Evangelio.