¿Qué busca el gobierno reviviendo un conflicto con Haití en estos momentos?

Por Guillermo Tejeda

(Director Resumen Final Digital)

El Canciller dominicano Roberto Alvarez se ha encargado de colocar en la palestra el resurgimiento del conflicto con las autoridades ¿? haitianas por la construcción de un rudimentario canal de riego, del otro lado de la frontera, que tomará sus aguas del Río Masacre.

Una obra que de acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores, violenta el Tratado de Paz, Amistad Perpetua y Arbitraje firmado el 20 de febrero del 1929, en el gobierno del presidente Horacio Vásquez, lo que refutan líderes haitianos, entre ellos el contestatario ex canciller y ex primer ministro, Claude Joseph.

Se ha revelado desde Puerto Príncipe que la República Dominicana ha hecho 11 intervenciones en el Río Masacre y que Haití, apenas este canal que inició en la gestión del asesinado presidente Jovenel Moïse para irrigar parcelas de pequeños productores agrícolas en la llanura de Maribaroux.

En el 1921 el tema provocó fricciones en las relaciones de ambos países, que se normalizaron con el paso de los días y la paralización de los trabajos del canal, retomados actualmente en medio del caos que prevalece en Haití, donde una gran parte del territorio está bajo el control de pandillas que han sustituido a las autoridades incapaces de poner el orden.

Las autoridades haitianas se han caracterizado por no cumplir lo pactado en situaciones normales y con las turbulencias actuales, están más que ocupadas para prestarle atención a una queja que a mi juicio, se ha sobredimensionado.

En la diplomacia muchas veces las cosas que no se ven, son las más importantes. Soy de los sorprendidos por la declaración de la Cancillería en estos momentos, conocedora de la crisis de autoridad y legalidad que afecta al gobierno de Puerto Príncipe, sustentado por un primer ministro interino (Ariel Henry), que sobrevive por el oxígeno de gobiernos y organismos internacionales que tienen mucha responsabilidad en la crisis que ha hecho metástasis en el cuerpo social haitiano.

Para algunos, que no parecen estar muy distanciados de la realidad, este podría ser el capítulo de una agenda que solo conoce el gobierno, que podría tener tintes electoralistas para aprovecharse, entre otras cosas, de una coyuntura y revertir las ácidas críticas de grupos de «nacionalistas» y conservadores que ven en Haití un peligro inminente para la soberanía nacional, pero que tienen en sus casas, domésticas haitianas, utilizan en sus construcciones obreros del vecino país y hasta los vigilantes de sus empresas son inmigrantes del otro lado de la frontera.

El gobierno dominicano debe concencentrarse en resguardar nuestra frontera, abandonar la complicidad con el desorden que permite una inmigración ilegal descontrolada y dejar a un lado estos fuegos artificiales con un canal de riego que no es más peligroso que el contrabando de drogas, armas y el tráfico de mujeres y niños por la zona limítrofe con Haití.

Se trata de una preocupación ficticia de un Canciller que como el doctor Roberto Alvarez, promueve la legalización del status migratorio de miles de haitianos en condición irregular en la República Dominicana, a sabiendas del peso que tiene esa situación para las finanzas del Estado y la presión que se ejerce en el servicio sanitario, sobre todo.

Y es que mientras el Ministerio de Relaciones Exteriores está pendiente de un chorro de agua del Masacre para las plantaciones agrícolas haitianas, los militares dominicanos con los sobornos, se hacen de la vista gorda ante el desbordamiento de la inmigración de los vecinos, que pasan como «Pedro por su casa» por los puestos de chequeo.

En Haití no hay un interlocutor fiable para negociar el más mínimo conflicto en estos momentos, por lo que el gobierno del Presidente Luis Abinader, debe abandonar las poses y concentrarse en las amenazas reales que comienzan en la frontera y se reflejan en toda la geografía nacional.

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