Sangre «intercambios de disparos» salpica Reforma Policial

Por Guillermo Tejeda

(Director Resumen Final)

La Reforma Policial que impulsa el gobierno, con el presidente Luis Abinader supervisándola personalmente, se desarrolla en medio del incremento de la vieja práctica que ha contribuido al histórico descrédito de la Policía Nacional: Los intercambios de disparos.

Considerada como la institución que la gente percibe como la más violadora de los Derechos Humanos, según estudio realizado por el Defensor del Pueblo, la reforma no ha mirado hacia el Talón de Aquiles de la que ha cojeado la Policía y que le ha ganado una gran desconfianza ciudadana.

Y es que todo el discurso de reforma policial está cayendo en saco roto cuando está rodeado de los excesos de los desacreditados «intercambios de disparos», en los que casi siempre caen abatidos «peligrosos delincuentes», lo que para relatores de los informes de Derechos Humanos de organizaciones como Amnistía Internacional y del propio Departamento de Estado de los Estados Unidos, son ejecuciones extrajudiciales.

Hasta el momento, con todo y lo que se ha invertido en el proceso de reforma, la manera más expedita que tiene la policía para enfrentar la delincuencia son los intercambios de disparos en los que muy pocos dominicanos creen, pero que algunos aplauden en medio del incremento de los hechos delictivos.

Se ha observado con preocupación como en medio del proceso de reforma policial, se ha empoderado el Dicrim, donde siempre se ha dicho que opera un «equipo» que se encarga del exterminio de los señalados como delincuentes.

Son los mismos gatillos alegres que con sus excesos han desprestigiado a la Policía Nacional, porque el uso desmedido de la fuerza se han utilizado también para proteger a peligrosos delincuentes y capos cuando libran sus guerras para quedarse con el control de los negocios ilícitos.

Preocupa el silencio de los integrantes de la Comisión para la Transformación y Profesionalización de la Policía Nacional ante el aumento desmedido de los intercambios de disparos, entre los que figura nada más y nada menos que el Arzobispo de Santo Domingo, Monseñor Francisco Ozoria y que tiene como coordinador general a Servio Tulio Castaños, vicepresidente ejecutivo de la Finjus.

Los medios de comunicación han destacado el hecho de que la policía esté matando un promedio de seis delincuentes por mes, al contabilizar hasta el 20 de julio, unos 49 ultimados en lo que las autoridades califican como «intercambios de disparos» con «reconocidos delincuentes» que no habían sido procesados por ningún tribunal, pero que el Dicrim los sentenció a muerte.

El presidente Luis Abinader, quien está personalmente al frente de la reforma, y semanalmente dirige las reuniones del Plan de Seguridad Ciudadana, debería darse cuenta del daño que este derramiento de sangre le está provocando al proceso. No ha caído en estos operativos del Dicrim, ningún delincuente de gran calado, sino jóvenes de barrios pobres, que tienen como común denominador la falta de oportunidades que no les ha garantizado el Estado dominicano.

Es inconcebible que la lucha contra la delincuencia en medio de un proceso de reforma policial descanse en la ejecución de los fichados como delincuentes, a quienes en una nueva modalidad se les coloca un reloj cronometrándole el tiempo que les queda de vida, para lo que se están prestando determinados «comunicadores», ignorando la historia de quienes se han quedado en «la pata de los caballos» al involucrarse en estos juegos peligrosos con los organismos de seguridad.

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