Se cumplen 14 años del asesinato del Teniente Tejeda Kranwinkel
Crimen rodeado de gran impunidad
Por Guillermo Tejeda.
En medio de una impunidad que compromete a varios gobiernos y a funcionarios civiles, militares y policiales, se cumplen este sábado 5 de marzo, 14 años del vil asesinato del Primer Teniente Guillermo Antonio Tejeda Kranwinkel, acribillado a tiros a plena luz del día a tres cuadras del parque central y el cuartel de la Policía de San Cristóbal.
Fue una tarde del 3 de marzo del 2008 cuando sicarios ejecutaron el crimen del joven oficial del Ejército Nacional, (apenas tenía 27 años), asignado a la Dirección Nacional de Control de Drogas, (DNCD), encargado de ese organismo en la ciudad de Jarabacoa, quien falleció dos días después a pesar de los ingentes esfuerzos por salvarle la vida.
Desde esa fatídica fecha el país ha tenido siete jefes de Policía, contando el actual, pero ninguno ha tenido la capacidad de investigar con responsabilidad el hecho y dar con los autores intelectuales y materiales de ese atentado, que puso de manifiesto la impunidad con la que operan en el país los carteles del narcotráfico a los que se le atribuye el asesinato del Teniente Tejeda Kranwinkel.
Las investigaciones fueron contaminadas desde la misma escena del crimen, que el jefe policial de entonces, el general Rafael Guillermo Guzmán Fermín prometía resolver “en las próximas horas” que se han convertido en catorce años de larga espera.
Dos de los jefes policiales posteriores, fueron responsables de las investigaciones al ocupar el Dicrim, pero ya en el cargo, fue muy poco lo que hicieron por resolver un crimen cuya víctima sigue sangrando, esperando por sanción.
Las complicidades con esos sectores del crimen organizado, han llevado ese expediente más allá de los “casos fríos”, para que se congelen entre los papeles olvidados y sepultados por el dinero de la componenda y los compromisos de autoridades que han permitido los niveles sin precedentes de una impunidad que corroe a la sociedad dominicana que reclama una verdadera justicia.
En este trayecto hemos tenido que afrontar presiones, amenazas para no pasar las “líneas rojas” que protegen a quienes dieron la orden de asesinar a Tejeda Kranwinkel, quien en la flor de su juventud supo asumir responsabilidades, pero cometió el error de creer en superiores sólo leales al dinero sin importar la integridad física de sus subalternos.
Ni el Ejército, institución a la que pertenecía, ni la DNCD, a la que estaba asignado, hicieron nada para aclarar la muerte de uno de los suyos, poniendo en evidencia la podredumbre existente, que se comprueba con los nexos cada día más abiertos de ciertas autoridades uniformadas con el crimen organizado.
El Ministerio Público, salvo los esfuerzos y la receptividad en su momento, del Procurador Francisco Domínguez Brito, actuó con una pasividad pasmosa, en la mayoría de las veces como un organismo subalterno de la Policía Nacional, donde no se ocultaban los obstáculos y zancadillas para no llegar hasta la raíz de un hecho que conmueve todavía a la sociedad, conociéndose posteriormente las vinculaciones de algunos de esos “investigadores” con funestos personajes del narcotráfico.
El poder de criminales que impidió que se cumpliera una orden del entonces Presidente Leonel Fernández, con quien nos reunimos en dos ocasiones en el Palacio Nacional, para que el asesinato de mi hijo se aclarara “sin importar lo que sea y quien sea, caiga quien caiga”…
Este 5 de marzo, 14 años después de tan abominable hecho, seguimos clamando justicia, con la esperanza de que pagarán, ya no quienes halaron el gatillo, sicarios que casi siempre son eliminados por aquello del silencio, sino, los autores intelectuales y sus cómplices en los estamentos oficiales que han trabajado para garantizar la impunidad.
El momento es propicio, ahora que se habla de una “justicia independiente” para que se retomen las investigaciones de este alevoso crimen y se demuestre que las cosas han cambiado.
Pero hace exactamente un año hoy, el 5 de marzo del 2021, deposité una comunicación en la Procuraduría dirigida a la doctora Miriam Germán Brito, que hasta el momento no ha sido respondida.
Al igual que hace 14 años, seguimos esperando, conscientes de que el crimen no prescribe y de que la decencia de la justicia algún día, más temprano que tarde, se impondrá a la impunidad y a los jinetes que han estado cabalgando sobre este fenómeno, que ha llenado de inseguridad a nuestro país, permitiendo que criminales anden en las calles, protegidos por quienes deben perseguir sus atrocidades.
Seguimos esperando…