Un candidato escondido que pretende ganar en Colombia
“No robar, no mentir, no traicionar…” y no debatir. La campaña de Rodolfo Hernández apuesta por la estrategia del caracol: ocultarse hasta ganar la presidencia de Colombia. No asistir a debates, desaparecer de espacios donde tenga que enfrentarse a Gustavo Petro parece ser la apuesta principal del exalcalde de Bucaramanga para llegar a la Casa de Nariño, el palacio presidencial.
Hasta ahora le ha funcionado. Sin hacerlo para la primera vuelta, y evitando dar grandes detalles de su plan de Gobierno, obtuvo casi seis millones de votos el pasado 29 de mayo. Y ahora ha seguido creciendo en las últimas encuestas hasta ponerse por delante del líder de la izquierda.
“No asistiré a debates porque no voy a ser partícipe de estas dinámicas polarizantes y de odio donde el juego es destruir al otro en un minuto y medio. Aprovecharé mejor el tiempo y presentaré mis ideas en entrevistas y a través de mis redes sociales”, dijo Hernández a través de Instragram y mientras se desarrollaba el debate feminista al que solo asistió Petro.
“Desde el 29 de mayo, Petro y sus asociados han tomado posición de ataque centrados en destruirme a mí y a mi proyecto”, insistió el candidato, que llamó a la unión.
Su decisión de no participar en debates presidenciales ni en eventos masivos ha causado polémica. Un grupo de mujeres envió una carta al Consejo Nacional Electoral (CNE) para tratar de exigir a Hernández que acuda a las citas. “La ciudadanía tiene el derecho de escuchar sus programas y sus propuestas”, indicó la exsenadora Angela María Robledo, firmante de la carta. Se fundamentan en la Ley 996 de 2005 que obliga a que los candidatos asistan a un mínimo de tres debates presidenciales en los medios institucionales. Pero él se esconde tras su puesta en escena en las redes sociales, donde es conocido como “el viejito de Tik Tok”, un lugar donde puede controlar su narrativa y repetir las frases que tanto afecto le han granjeado entre los ciudadanos: “Acabar con los ladrones y corruptos”.
Ya lo venía haciendo desde la primera vuelta. En marzo pasado, una periodista de televisión le cuestionó también por, en un país con bajos niveles de conexión a Internet, él privilegie las redes sociales y no vaya a debates. “¿Usted no cree que es una falta de respeto con los electores que no tienen acceso a internet que su campaña se limite a lo digital y no vaya a la plaza pública”, le pregunta reportera. El candidato, conocido por ser colérico, responde con agresividad: “¿Acaso es culpa mía que esa gente no tenga Internet o es culpa de los ladrones que han gobernado? responda, a ver, respóndame usted”.
En esa misma rueda de prensa, cuando inscribió su candidatura, había dado pistas de su estrategia de no hacer eventos de plaza pública. “¿Cuántos votos cree que se necesitan para ganar la Presidencia? Son solo 10 millones y usted sabe que las manifestaciones son prefabricadas y cuestan mucho dinero”, respondió para reforzar su imagen de austero durante la campaña