Un decreto que huele a negocios e improvisación sector eléctrico

Por Guillermo Tejeda

(Director Resumen Final Digital)

El presidente Luis Abinader acaba de emitir su tercer decreto de este 2024, el 3-24, declarando de «alto interés nacional» la promoción y desarrollo de proyectos de generación eléctrica tradicionales y de fuentes renovables, con lo que se busca suplir «la demanda creciente de electricidad y mantener la estabilidad del servicio eléctrico a nivel nacional».

En esa disposición implícitamente el gobierno admite el fracaso del plan de expansión del sector eléctrico que prometió el mandatario durante su campaña electoral, en la que se criticaban los apagones, pero se atacaba ferozmente la construcción de lo que ha sido hoy en día su tabla de salvación, las plantas de Punta Catalina.

En el 2022 el presidente Abinader aseguraba que el país contaría con dos mil nuevos megavatios de potencia firme, lo que convertiría a la República Dominicana en una «verdadera potencia regional en términos de capacidad de generación eléctrica moderna y diversificada».

Citaba la licitación de urgencia de 400 megavatios que estaría generando a partir de septiembre de ese año y la segunda de 800 MW en Manzanillo, que incluía la construcción de la primera terminal de almacenamiento y distribución de gas natural para la región norte del país.

Hablando en el Gran Teatro Regional del Cibao, con motivo de sus dos primeros años en el gobierno, el mandatario prometía una oferta de generación eléctrica muy superior a la demanda máxima anual.

Esas proyecciones han rodado por el suelo y en uno de los considerandos del decreto 3-24 se admite que el sistema eléctrico opera con muy precaria reserva «y casi al borde del déficit de generación», lo que atribuye a que el parque de generación no cuenta con suficiente reserva de capacidad útil para enfrentar con éxito las eventualidades que obligue a salida por averías o mantenimiento de una o varias de las centrales generadoras principales.

Sorprende que sea ahora, tres años después, que el gobierno advirtiera una situación previsible, si no se hicieron tal y como se prometió, las inversiones necesarias para garantizar la estabilidad del servicio eléctrico, lo que ha dado paso a las medidas de urgencia (de las que se beneficiaran grupos económicos) como las licitaciones para la construcción de nuevas centrales de generación.

Se sigue con el mismo librito: dejar que se deterioren los servicios para precipitar las soluciones al vapor que siempre desembocan en negocios que benefician a unos pocos en detrimento de las finanzas del Estado.

Y con este decreto, que tiene otras lecturas que la población se dará cuenta en breve por la urgencia esgrimida, el propio presidente Abinader admite que no se tenía un plan para abordar la crisis eléctrica, que se ha estado improvisando y que su gabinete energético se ha electrocutado, al extremo de que no ha podido suplir, en tres años de gobierno, ni siquiera los medidores y los transformadores de potencia que demandan las EDES como parte de la estrategia de inversión anunciada para las distribuidoras.

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